19 de enero de 2012
Cuando nos encontramos fluyendo en la dirección incorrecta es más fácil pensar en quién tiene la culpa, que cambiar de dirección. Piensa en ello. Imagina que tomas un tren y tan pronto como sale de la estación te das cuenta de que va en dirección equivocada. ¿Te enfadas y echas la culpa al tren o reconoces tu error, te bajas en la primera estación y cambias de andén para tomar el correcto?. Culpar a los demás de nuestra pérdida de rumbo es tentador. La informacìón se basa en los hechos, la educación en la sabiduría y el conocimiento de como amar y cómo sobrevivir; pero por más consejos que te den, eres tú quién decide que tren tomar. Mientras recorres la vida, presta atención a los indicadores y las estaciones. Si no te gusta lo que ves, tira del freno de emergencia y bájate del tren. No hay otro interventor que lo haga por ti, ni tienes que pedir permiso a nadie para hacerlo. Es tu vida, tu viaje, el que tú mismo conduces.
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