29 de septiembre de 2011


-Disculpa, me apena golpear a tu puerta, vacía ya la noche en el reloj. No causas molestia, que bueno que llegas, no conciliaba el sueño en esta ocación. Ven, siéntate, introduce con palabras lo que tu rostro no puede ocultar.
-¿Por donde comenzar?, la historia es larga.
-Que cuentes del principio hasta el final.
-No puedo olvidarlo, nací para amarlo. Mis labios pronuncian su nombre y el no imagina cuanto me hace falta. No puedo olvidarlo, maldigo extrañarlo porque jamás tendré el valor para pedir perdón por no saber cuidarlo.
-No seas tan dura, amiga contigo y escúchame bien lo que digo: Si es cierto que lo amas, pues corre a buscarlo y dile lo que sientes sin temor, créeme amiga, se porque lo digo, callarlo eso si sería un error. Y un día cuando asomes a mis años y por las noches no puedas dormir, pensando que debiste ir a intentarlo te dolerán los recuerdos como a mi. Tú estas aún a tiempo de recuperarlo, que yo, yo no puedo olvidarlo; pero mi error tal vez fue no haberle dicho: HAY AMOR.

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