30 de agosto de 2011


Llévate el humo del dolor, llévate el eco de tu voz; llévate el fuego y el veneno del mal que me hicieron tus besos. Yo sé que tengo que seguir, pero no se la dirección. No sé cómo echarte al olvido, te busco y me encuentro perdida, que contradicción. Llévate si quieres mi vida, llévate las sobras de mi corazón, llévate la ingrata costumbre de soñar que tuvimos los dos. Llévate si quieres la sombra que deja mi sangre el puñal de tu adiós, llévate todo te lo pido así no me muero. Llévate todo lo demás, si te llevas mi dignidad, y no me hables más de lo mismo, tírame al abismo de la soledad. Sabes que me vas a encontrar, algún momento, algún lugar; y aunque me muestre superada, por dentro voy a estar sangrando pidiendo piedad.

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