13 de diciembre de 2010
Justamente ahora irrumpes en mi vida, con tu cuerpo exacto y ojos de asesino. Tarde como siempre, nos llega la fortuna. Tú ibas con ella, yo iba con él, jugando a ser felices por desesperados, por no aguardar los sueños, por miedo a quedar solos. Pero llegamos tarde, te vi y me viste, nos reconocimos enseguida, pero tarde. Maldita sea la hora que encontré lo que soñé, tarde. Tanto soñarte y extrañarte sin tenerte; tanto inventarte, tanto buscarte por las calles como una loca sin encontrarte. Y ahi va una de tonta; por desesperada, confundiendo amor con compañia. Y ese miedo idiota de verte vieja y sin pareja, te hace escoger con la cabeza lo que es del corazón. Y no tengo nada contra ellos, la rabia es contra el tiempo por ponerte junto a mi, tarde. Ganas de huir, de no verte ni la sombra, de pensar que esto fue un sueño o una pesadilla, que nunca apareciste, que nunca has existido. Ganas de besarte, de coincidir contigo, de acercarme un poco y amarrarte en un abrazo, de mirarte a los ojos y decirte bienvenido. Quizás en otras vidas, quizas en otras muertes; que ganas de rozarte, que ganas de tocarte, de acercarme a ti y golpearte con un beso, de fugarnos para siempre sin daños a terceros.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario